Hacía
frío en aquél viejo callejón, nadie caminaba en las calles, al menos nadie
importante de quién debamos preocuparnos, eso lo sabía bien. El cabello de Greg
se ocultaba bajo un gorro de lana gris oscura y se abrigaba con una campera
común y corriente, ¿quién imaginaría que debajo de ella ocultaría varios
bienes? Relojes, collares, aros, anillos, incluso droga. Todo lo que pudieras
imaginar, Greg podría conseguírtelo con una o dos llamadas, no éramos amigos
pero éramos conocidos y eso era suficiente para mí, él me conseguía las
medicinas para mamá sin pedir nada a cambio, cada vez que le quise pagar -aunque
no tuviera el dinero - él se me negó.
—Algún
día te lo pagaré todo —dije —, pronto conseguiré otro trabajo —añadí. Él me
miró a los ojos, Greg tenía unos ojos verdes y rostro perfecto, era un niño
bonito, aunque aquella era solo una máscara.
—No
necesitas devolvérmelo, no aun —respondió.
—Voy
a devolvértelo, Greg. No quiero morir debiéndole nada a nadie.
—Tranquila,
aun tiene mucho por lo que vivir... —respondió con tranquilidad mientras yo
guardaba la medicina en mi mochila —Aunque creo que sé que es lo que quiero
—agregó mientras guardaba sus manos en los bolsillos del abrigo.
—¿Qué?
—Aun
no puedes saberlo —mostró una media sonrisa y soltó una risa —, nos vemos
luego, saludos a tu madre.
—Gracias
—solté observando como él daba media vuelta y se marchaba por la oscuridad de
las calles, para ese lado donde los faroles ya no funcionaban bien.
Cargué
la mochila sobre mi hombro y comencé a correr hasta casa, ya habían pasado dos
días desde que papá había desaparecido en uno de sus viajes y si esa noche no
volvía, entonces era el momento para que mamá y yo escapáramos de una vez.
Había conseguido el doble de medicina que solía darme Greg así que podríamos
durar algo más de tiempo hasta que tuviera que volver a la ciudad por más.
Abrí
la puerta del departamento, el olor a cigarrillos y cerveza inundó mis fosas
nasales.
—¿Mamá?
—llamé, nada —¡¿Mamá?! —nada —¡Mamá...! —grité alarmada.
Fui
corriendo hacia su habitación, vacía, era imposible, ella nunca salía de allí.
Llevé mi mirada al baño y la puerta estaba abierta y el cuarto vacío. Comencé a
entrar en pánico, ¿dónde estaba mi madre? Corrí a mi cuarto; vacío; la sala de
estar; vacía; su cuarto otra vez; vacío nuevamente; el baño; vacío y oloroso.
—¡Mamá!
—grité otra vez, esta vez bastante asustada.
—¿Perdiste
algo, Irina? —una voz se coló por mis oídos, era de un hombre.
—¿Quién
eres? —cuestioné a la defensiva al mirarlo, este era alto y vestía de traje, no
me intimidaba su cuerpo, ni su sonrisa sarcástica, pero no estaba solo y aquello
si me intimidaba. Había otros dos hombres, uno grandote con pintas de querer
matar a todo lo que se moviera, el otro era más joven con una sonrisa
reluciente en su rostro, este parecía algo más sádico que el otro por alguna
razón.
—Eso
no es importante —respondió —, lo importante es quién eres tú —añadió —. Irina,
¿qué hay en la mochila? —cuestionó.
—Nada
—respondí rápidamente —, ¿son policías?
El
hombre echó a reír y segundos después sus amigos también, levanté una ceja,
perdida y bastante confundida, ¿quién diablos eran ellos?
—Somos
todo lo contrario a ello, querida —respondió con tranquilidad —. ¿Qué llevas en
tu mochila? Sabemos que tienes algo allí.
—Nada
—insistí. Él hizo un movimiento de cabeza y el hombre más corpulento se acercó
a mí, quise correr pero el otro me apuntó con un arma. El grandote me agarró de
los brazos para que no me moviera y el otro bajó la pistola ni bien su respectivo
jefe le dio la señal.
Este
se acercó y quitó la mochila que se había caído anteriormente, metió una mano
dentro y sacó las medicinas para mi mamá.
—¿Eres
adicta?
—No.
—¿Y
entonces para quién es todo esto? —preguntó, ¿qué
mierda quieren de mí?
—Para
mi madre.
—¿Ah
sí, y dónde está ella? —dijo después, una sonrisa macabra se formó en su
rostro, él lo sabía, lo sabía muy bien, estaba segura de ello y no me
equivoqué. Comencé a gritar y a patalear, que me soltaran y que me dijeran
donde estaba ella, porque se la llevaron, quién diablos eran ellos.
—¿Cuándo
fue la última vez que viste a tu padre, Irina? —¿Papá? ¿Qué tenía el que ver
con todo ello?, pensé porque no había sido lo suficientemente inteligente
para haberme dado cuenta sola.
—Desapareció,
se fue, siempre hace eso.
—¿Él
no te contó sobre nosotros? —levanté una ceja y dejé de forcejear —¡Já! —sonrió
mostrando sus dientes perfectos —Así que ese idiota se guardó el dinero para sí
—comentó mirando a su amigo de la pistola quién estaba parado entre él y yo —,
que parece, ¿eh?
—¿De
qué hablas? ¿Qué dinero? ¡Nosotros no tenemos dinero! —dije confundida.
—Tú
no, él sí. O mejor dicho, nosotros sí —hizo una pausa para que almacenara bien
la información
—.
Nuestro buen amigo es un prestamista y al parecer tu padre se ha abusado de su
generosidad así que como buenos amigos hemos ido por él quién, al parecer,
desapareció, seguimos buscándolo pero por lo visto tenía bien pensado como
escapar de nosotros por lo tanto buscamos un remplazo de él.
—¿Remplazo?
—repetí confusa.
—Exacto,
tú eres ese remplazo. Ocuparás el lugar de tu padre.
—¿Cómo?
¿Me matarán a mí? —cuestioné asustada, no quería morir, no aun, no así.
—Podríamos,
sí... —dijo, miré a su amigo que jugaba con la pistola en su mano mientras me
miraba de reojo con una media sonrisa —Pero se nos ha ocurrido algo mejor —su
sonrisa me inquietaba, ¿por qué diablos estaba tan feliz? Me molestaba mucho —,
la semana pasada perdimos a uno de los nuestros así que esto será lo que
haremos, trabajarás para nosotros hasta que hayas pagado todo.
—¿Y
por qué debería aceptar? No tengo nada que ver con esto —escupí molesta.
Él
se acercó a mí con un paso desafiante, su pecho estaba en algo pero su mirada
baja, me miraba a los ojos, serio y a la vez divertido. Eso no era un juego de
niños, debía cerrar mi boca, él era un lobo hambriento y yo una niña idiota.
Cuando estuvo lo suficiente cerca como para que pueda sentir su aliento volvió
a hablar.
—Porque
tenemos a tu madre y sabemos que eres lo suficientemente inteligente como para
no ir a la policía.
Desde
ese día todo cambió, aquél momento había marcado un antes y un después. Jamás
olvidaré la sonrisa de ese hombre al darme la noticia. Mientras salía del edificio
con ellos y subía a una camioneta negra como la que había visto de pequeña me
preguntaba qué diablos hacía con mi vida, sin embargo, sabía que pronto todo
aquello terminaría, pagaría el dinero y me iría con mi mamá lo más lejos
posible de allí y nunca más volvería a la ciudad. Ese trabajo, ese momento,
supe que no sería para siempre, o al menos eso quise creer.
Hola, aquí Shin-Ah reportándose~
ResponderEliminarMe siento traicionada, no me avisaste de tal maravillosa historia, gracias al cielo que la encontré yo misma .___.
Me encanta la historia, incluso contando los problemas que tiene Irina, porque si no no habría historia y tal (?) xD
Es cosa mía o ahí hay tema con Greg e.e Dios, ya ni sé lo que digo .__.
Me he quedado con la intriga de que pasará después, así que me voy al segundo capítulo ahora mismito xD
P.D.: Sé que hay demasiados emoticonos, pero mejor que te acostumbres porque así son mis comentarios xD
JAJAJA, aww perdona >o< ¡Las próximas te aviso! Mmmm, sobre Greg no digo na'a. >0<
EliminarYa verás ;D
PD: No pasa nada, a mí también me gusta usarlos jajaja XDD
¡Gracias por leer, Shiny! <3