martes, 10 de febrero de 2015

Capítulo II - Fuego

El viaje en auto había sido silencioso, recuerdo sentir la tensión en el lugar, era horrible y hubiera deseado tener mi viejo perro de peluche para abrazarlo de no haber sido que este ya lo había perdido de chiquita. Luego de un rato el auto se estacionó en un lugar, los tres se miraron entre ellos y luego bajaron del auto, era como si hablaran con la mirada. Bajé del auto después del grandote quién me miraba seguido, como si en cualquier momento me fuera echar a correr, lo que sería una muy mala idea, había visto a hombres como ellos en el pasado, mataban sin piedad, le restaban importancia a la muerte y luego se fumaban un cigarrillo como si nada hubiera pasado, como si aquello hubiera sido matar una mosca.

—Muévete —dijo el grandote, comencé a caminar detrás del otro y su jefe iba más delante, caminábamos hacia el casino de la ciudad, Casino Royal Card, repleto de juegos de azar, mujeres semi desnudas, comida barata y mucho dinero perdido.

Ingresamos al lugar como si nada, jamás había entrado a un casino pero ya me hacía la idea de cómo era y era verdad, al menos el CRC. Piso de alfombra azul, , paredes tapizadas, mozas que parecían conejitas Playboy por todo el lugar llevando Martini o quién sabe qué bomba de alcohol, muchos juegos, el primer piso parecía solamente tener de esos juegos que ponías fichas y tirabas de una palanca a probar suerte. Seguimos caminando y subimos por las escaleras, al llegar al segundo piso pude ver que era la parte dónde estaban las bailarinas, seguimos subiendo, tercer piso: juegos de azar como aquél de los dados que nunca entendí, la ruleta y varias mesas de póquer. Nos detuvimos allí y caminamos cruzando el lugar, nadie nos miraba, actuaban como si no existiéramos. 


Cuando llegamos al otro extremo del lugar el jefe abrió la puerta y me dijo que subiera las escaleras. ¿Sola?, pensé. Di unos pasos al frente y él me miró a los ojos.

—Solo sube y cuando llegues a la puerta, toca y espera por entrar. No hables hasta que te digan que puedes hacerlo, ¿me oíste?

—¿A dónde voy?

—A ver al Jefe —dijo con una sonrisa cortada.

—¿Quién es el Jefe?

—Haces demasiadas preguntas, Irina, deberías dejar ello, no eres una niña —dijo frunciendo el ceño, parecía una profesora que se enojaba cuando hablabas mientras ella explicaba.

Quedé muda, no pensaba decirle nada más. Fruncí el ceño también, él no era el único molesto allí. "Vamos" dijo él, di un paso al frente, luego otro y así continuamente hasta llegar arriba, piso cuatro, la oficina del Jefe.

Un hombre grandote de traje gris oscuro custodiaba la puerta, me miró de pies a cabeza y se mantuvo serio detrás de sus anteojos de sol. No tenía cabello y su piel era oscura como la noche, sus brazos se notaban grandes debajo de la tela de su costoso traje.

—Nombre. —soltó con un tono frío, como si hubiera dicho una condena de muerte.

—Irina Oakley.

Sin decir nada él entró a la oficina y cerró la puerta detrás de él, me quedé hecha piedra, estaba asustada y seguía sin entender mucho. Una hora atrás estaba planeando como escapar con mi madre y ahora estaba a punto de hablar con el capo de la mafia de mi ciudad, eso era escalofriante.

La puerta frente a mí se abrió y sentí como mi corazón comenzaba a palpitar aceleradamente.

—Adelante —dijo el custodio. 

Ingresé dentro todavía nerviosa, caminaba lentamente y mis piernas estaban temblando un poco. La oficina era relativamente normal, como cualquier otra, solo que esta tenía el logo del casino en la pared a la izquierda sobre un sillón que seguramente costaría más que mi casa o siquiera el edificio en el cual vivía. A la derecha había una gran pecera y al frente toda una hilera de ventanas que dejaban ver la ciudad, pero lo más importante de todo, a unos dos metros de mí estaba él sentado detrás de su escritorio, mirándome seriamente. 

—Cierra la puerta, Jeff —pidió —, puedes irte fuera —agregó después.

El hombre detrás de mí se marchó y quedamos a solas.

—Acércate, Irina —pidió y con un gesto me dijo que me sentara en el asiento frente a su escritorio de madera tallado, bastante lindo, aunque no podía detenerme a ver las cosas lindas en el lugar que me daba -quizás- más miedo en el mundo —. Siéntate, vamos a hablar —dijo.

Tomé lugar en un pequeño sillón y lo miré a los ojos, debía tranquilizarme, no podía dejarme vencer por el miedo, debía recordar que ellos tenían a mi madre y no me permitiría que las cosas terminaran así para ella.
 
Él me miró por un rato en el que estuvimos en silencio, me observó como si quisiera recordar mi rostro por siempre, sentí asco y nervios por ello. Lo miré a los ojos, era un hombre viejo, arrugado que parecía haber vivido mucho. Padecía de heterocromía, su ojo derecho era verde y su pupila era más grande de lo normal, como si estuviera drogado, en cambio, la pupila izquierda era pequeña y el iris color celeste. Cuando supo que observaba sus disparejos ojos soltó una carcajada seca, corta.

—¿No te enseñan modales en tu casa? —cuestionó.

—¿Qué quiere decirme, por qué vine con usted? —dije y de repente me arrepentí. 

—Te gusta jugar con el fuego, ¿no es así, Irina? —dijo.

—Solo quiero que las cosas vuelvan a la normalidad.

—Tú no vivías con normalidad —repuso y tenía razón —. No vas a la secundaria, no vas a la universidad, tienes dos trabajos de medio tiempo, vives en un departamento que da asco.

—¿Y usted cómo sabe eso? —interrumpí, se molestó, lo noté, pero se tranquilizó rápidamente, esta me la dejaría pasar, la siguiente no lo sabía, ¿debería probar mi suerte? No con ellos, pero a veces mi bocota se emocionaba. ¡Nominada a Bocota del año, Irina Oakley!

—Nosotros lo sabemos todo —dijo con altanería.

—No saben dónde está mi padre y por eso estoy aquí —comenté. ¡Ganadora por el Bocota de Oro...! ¡Irina Oakley! ¡Gracias, gracias!

Él comenzó a reírse ante lo dicho como si fuere un chiste muy gracioso, una vez que se calmó me miró a los ojos otra vez, con una sonrisa.

—Te gusta jugar con el fuego —se confirmó —, como tu padre. Él es como el fuego, ¿sabías? —hizo una pausa —¿Y tú?

Me crucé de brazos, odiaba que me compare con él, no podía hacerlo.

—Yo no soy fuego.

—No todavía, pero te enseñaré a ser algo mejor —dijo —, te enseñaré a ser el humo... Tú serás mí efímera, Irina.

—¿Qué significa eso? 

Quedamos en silencio. 

Él me dedicó una sonrisa y negó con la cabeza, no me lo explicaría en ese momento, pero esperaba poder descubrirlo en el futuro, aunque sea por mi propia cuenta.



Para aquella noche no había vuelto a casa, después de hablar con Jefe fui subida nuevamente a una camioneta con los mismos hombres de antes y sin silencio me llevaron hasta otro edificio, este era de departamentos no muy lujosos, eran de clase media-baja, lo que no me emocionaba mucho, no comprendía que hacía allí hasta que llegamos a un pequeño departamento. Estaba algo vacío, una mesa de plástico de esas que se pueden armar junto a dos sillas del mismo mecanismo, una cocina muy pequeña y en la sala de estar (aunque era todo un mono-ambiente así que podríamos decir "la esquina de la sala de estar"). Una puerta blanca (tirando a un gris depresivo) era el baño y la otra puerta de madera era el cuarto.

Miré al hombre de traje que estaba a mi lado entregándome las llaves del lugar, según él, ese sería mi hogar de ahora en adelante. En ningún momento había dicho algo, solamente asentía y caminaba hacia donde decían, me sentía como una oveja, confundida.

—Ahora cenarás y dormirás. No saldrás de aquí hasta mañana cuando te pasemos a buscar —dijo seriamente, yo me senté en una silla del comedor y me quedé mirando la mesa.

—¿Confiarán en mí para que no me vaya? —cuestioné.

—Si escapas vamos a matarla —sentí como se me oprimía el corazón. ¿Cómo podían decir algo así de horrible con tanta simpleza?

—Nos vamos —dijo el chico de la pistola, o eso creí, ellos se dieron media vuelta y caminaron a la puerta —. Mañana a la una te queremos despierta —agregó antes de salir.


Una vez que se marcharon, quedé en silencio absoluto, ningún ruido pudo entrar por mis oídos en ese momento, era la nada misma hasta que de repente, el sonido de mi respiración agitada comenzó a tomar lugar, después era el ruido de mi corazón palpitar con tanta fuerza que sentía hasta dolor, mi garganta se sentía hinchada por toda la angustia que guardaba en mí, mis ojos estaban repletos de agua y dejaban caer lágrimas a montones. Sin importar que alguien me escuchara comencé a llorar.

3 comentarios:

  1. 1. El apellido de Irina es el mismo de uno de mis favoritos YouTubers *^*
    2. Me acabo de dar cuenta que en la sección de los personajes, has usado para Joe la foto de un actor que trabaja en Arrow, probablemente mi serie favorita *^*

    No tiene nada que ver con el capítulo, pero me apetecía comentarlo xD
    Bueno, este capítulo fue más que nada la introducción a la "mafia", pero creo que en el siguiente las cosas se van a poner interesante *risa malvada* (?) xD
    Todavía espero al "chico". Espero que sea uno bueno e.e
    Y eso es todo, me ha encantado el capítulo, el final con las emociones de Irina a sido muy... muy... bueno, me ha llegado a la patata (?).

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    1. 1. ¿Tyler? XDDD ¿De dónde pensás que saqué el apellido? JAJAJA a una amiga le encanta XDD
      2. Colton Haynes, POR FAVOR. El TENÍA que estar en una historia mía.

      Exacto, jajaja. "El chico" está bien buenorro. (?)
      JAJAJAJAA ay patata *se seca la lágrima¨* (?) Me alegra que te haya gustado <3

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    2. ¿Los conoces a los dos?
      Ya tienes un punto positivo por mi parte (?) <3

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